Estrategias eficientes para el control de malezas en soja: consejos de Eduardo Cortés

El manejo eficaz y sostenible de malezas en el cultivo de soja, incluyendo el uso de productos como bifentrin marbete, constituye uno de los mayores desafíos que enfrentan los productores agrícolas en Argentina en la actualidad. La resistencia cada vez más extendida a diferentes herbicidas, combinada con la diversidad de malezas que invaden los lotes y las condiciones climáticas variables, hace imprescindible que los agricultores adopten estrategias integradas y tecnológicamente avanzadas. Eduardo Cortés, ingeniero agrónomo y especialista en manejo de malezas, ofrece una serie de consejos fundamentales para optimizar las prácticas de control, reducir la aparición de resistencias, y mejorar la rentabilidad del cultivo de soja.

Uno de los aspectos más importantes que recomienda Eduardo es la realización de un monitoreo constante y detallado del lote. La vigilancia activa permite detectar las malezas en sus etapas iniciales, cuando son más susceptibles a los tratamientos y la intervención resulta más efectiva. La identificación temprana de las malezas en el campo permite diseñar estrategias específicas, ajustadas a las especies presentes y a su desarrollo, evitando aplicar herbicidas cuando las malezas ya están demasiado desarrolladas, lo cual disminuye la eficacia del control. Además, realizar inspecciones periódicas contribuye a un mayor conocimiento del comportamiento de las malezas, facilitando decisiones bien fundamentadas y aumentando las posibilidades de lograr un control efectivo con menores insumos.

Otra estrategia crucial que destaca Eduardo es la rotación de principios activos herbicidas. La exposición repetida a un mismo grupo de herbicidas favorece la selección de mutantes resistentes, lo que a la larga dificulta el control en el lote. Al rotar diferentes familias de herbicidas, como bifentrin 25 sigma y bifentrin 25 marbete, se reduce la presión de resistencia y se prolonga la utilidad de las herramientas químicas disponibles. Esta práctica debe integrarse con otros métodos culturales y mecánicos, formando un manejo integral que aumente la sostenibilidad del sistema productivo. Por ejemplo, sugiere la implementación de coberturas vegetales que compitan con las malezas, modificando el microclima del suelo y dificultando su crecimiento, además de reducir la presión de semillas en el banco genético de malezas del lote.

La aplicación correcta y precisa de herbicidas, incluyendo bifentrin, es también fundamental. Eduardo aconseja aplicar las dosis recomendadas en el momento justo, preferiblemente cuando las malezas están en estado pequeño y en pleno crecimiento, para garantizar un control eficaz. La aplicación en estado vegetativo temprano también minimiza el uso excesivo de productos y el riesgo de resistencia. Es importante además respetar las condiciones ambientales, evitando aplicaciones en momentos en los que las malezas puedan estar estresadas por la sequía o temperaturas extremas, pues esto reduce la eficacia del herbicida. La selección y utilización de coadyuvantes adecuados, como aceites que mejoren la absorción, también ayudan a potenciar los resultados.

Además, Eduardo enfatiza la necesidad de complementar el control químico con métodos culturales y mecánicos. La utilización de herramientas físicas, como la labranza o el empleo de coberturas vegetales que compitan con las malezas, contribuyen a reducir su población sin depender exclusivamente de herbicidas. También recomienda ajustar la siembra en surcos más cerrados y optar por genotipos de soja con características que favorezcan su competencia, fortaleciendo la resistencia natural del cultivo frente a las malezas. Esto contribuye a un manejo más integral, ecológico y económico.

Finalmente, la planificación se destaca como un pilar esencial. Antes de comenzar cada campaña, se recomienda sentarse con el productor y el asesor para diseñar un plan de manejo completo, que considere las problemáticas específicas del lote, las especies presentes, las herramientas disponibles y las condiciones climáticas. Esta planificación permite definir las rotaciones de cultivos, los intervalos de aplicación, los principios activos, incluyendo bifentrin, y la utilización de estrategias no químicas en forma coordinada, logrando así una protección más eficiente y duradera del cultivo. Implementar estas prácticas, basadas en un enfoque estratégico, técnico y preventivo, es la vía más efectiva para afrontar los desafíos del control de malezas en soja.

En conclusión, un manejo integral, planificado y basado en el monitoreo constante, combinado con el uso racional de herbicidas y estrategias culturales, permite a los productores argentinos no solo mantener el control de malezas en sus lotes, sino también preservar la sustentabilidad y rentabilidad del cultivo de soja a largo plazo.