La resistencia a herbicidas en Argentina: una realidad que requiere estrategias innovadoras

La resistencia a herbicidas en los cultivos de soja en Argentina se ha convertido en una problemática cada vez más frecuente y preocupante para los productores agrícolas. La utilización excesiva y repetida de los mismos principios activos, junto con prácticas de manejo inadecuadas, ha provocado que diferentes malezas desarrollen mecanismos de resistencia, impidiendo su control y poniendo en riesgo la sustentabilidad del sistema productivo. Eduardo Cortés, ingeniero agrónomo y especialista en manejo de malezas, señala que para enfrentar esta realidad es fundamental adoptar estrategias innovadoras y aplicar un enfoque integral que combine diferentes herramientas y prácticas para retrasar o evitar la evolución de resistencias.

Uno de los principales factores que favorece la aparición de resistencia es el uso indiscriminado y continuo de herbicidas de un mismo grupo de acción. La selección natural favorece a aquellas plantas que portan mutaciones resistentes, que sobreviven y continúan dispersándose. Como respuesta, Eduardo recomienda la rotación de principios activos con diferentes modos de acción en cada campaña y la formulación de mezclas bien planificadas que involucren productos complementarios. La incorporación de herbicidas de diferentes grupos en una misma aplicación, cuando sea compatible, ayuda a reducir la presión de resistencia y prolongar la eficacia de las herramientas químicas.

Otra estrategia clave para enfrentar la resistencia consiste en aplicar los herbicidas en el momento correcto, en las dosis recomendadas y en condiciones ambientales que maximicen su eficacia. La aplicación temprana, cuando las malezas están pequeñas y en pleno crecimiento, resulta fundamental para un control eficiente. También es importante respetar las ventanas de aplicación y ajustar las técnicas de aspersión para asegurar la cobertura completa y uniforme, evitando áreas sin tratar que puedan servir como foco de resistencia.

El monitoreo permanente en los lotes es esencial para detectar precozmente la presencia de malas hierbas resistentes o en proceso de resistencia. La identificación temprana permite cambiar la estrategia, incorporar medidas no químicas, o tratar solo las áreas problemáticas, evitando un uso excesivo de herbicidas y promoviendo la sostenibilidad del sistema. Además, la diversificación de prácticas culturales —como la rotación de cultivos, el ajuste de la densidad de siembra y la utilización de coberturas vegetales— ayuda a reducir la presión de malezas y a mantenerlas bajo control sin depender únicamente de herbicidas.

Eduardo también hace hincapié en la importancia de la capacitación y la actualización constante de técnicos y productores, ya que el conocimiento actualizado sobre las malezas, los herbicidas y las estrategias de manejo es vital para evitar que las resistencias se vuelvan un problema descontrolado. Promover la gestión integrada del manejo de malezas, considerando aspectos biológicos, culturales y tecnológicos, es la mejor manera de reducir la tasa de resistencia y prolongar la vida útil de las herramientas químicas.

En conclusión, la resistencia a herbicidas en Argentina es una realidad que requiere una respuesta innovadora y estratégica. La rotación de principios activos, el monitoreo constante, la aplicación en el momento ideal y las prácticas culturales diversificadas conforman los pilares de un manejo efectivo. Solo con un enfoque planificado, integrado y actualizado, los productores podrán mantener sus lotes libres de malezas resistentes, asegurando una producción sustentable y rentable en el largo plazo.