Manejo de malezas en soja: combinar tecnología y prácticas culturales efectivas

El manejo de malezas en el cultivo de soja es una tarea que requiere una estrategia integral, donde la tecnología se combina con prácticas culturales para lograr resultados duraderos y sustentables. Eduardo Cortés, ingeniero agrónomo y experto en manejo de malezas, destaca que incorporar herramientas tecnológicas y adoptar prácticas culturales adecuadas permite reducir la dependencia exclusiva de herbicidas, controlar resistencias y mejorar la rentabilidad del cultivo. La clave está en diseñar un plan de manejo que considere las particularidades del lote, la biología de las malezas y las condiciones ambientales.

Una de las principales ventajas que ofrece la tecnología en el control de malezas es la posibilidad de realizar un monitoreo más preciso y extenso. El uso de drones, imágenes satelitales y sensores permite detectar áreas problemáticas de manera temprana y en tiempo real, facilitando decisiones rápidas y específicas. Estas herramientas, complementadas con el conocimiento técnico, ayudan a identificar especies resistentes, zonas con brotes de malezas y patrones de dispersión, posibilitando implementar acciones focalizadas y eficaces.

Sin embargo, la tecnología no reemplaza la importancia de las prácticas culturales, las cuales son fundamentales para reducir la presión de las malezas y prevenir su proliferación. Entre ellas, se destaca la rotación de cultivos, que interrumpe los ciclos de vida y dispersión de las especies invasoras, disminuyendo la competencia y la resistencia. La siembra en surcos más ajustados favorece la competencia del cultivo frente a las malezas, mientras que el uso de coberturas vegetales o residuos en superficie ayuda a modificar el microclima del suelo, inhibiendo la germinación y el crecimiento de semillas de malezas.

Otra práctica cultural importante es la preparación previa del lote, que incluye la eliminación mecánica y la correcta fertilización, para favorecer el desarrollo vigoroso del cultivo. Las variedades de soja más competitivas y resistentes a enfermedades también contribuyen a reducir la presión de malezas, generando una competencia natural que limita la invasión y el crecimiento de plantas indeseables.

La integración de estas prácticas culturales con el uso estratégico y racional de herbicidas, en diferentes etapas del ciclo del cultivo, potencia la eficiencia del manejo. La aplicación de herbicidas pre emergentes en el momento correcto, en dosis recomendadas y con buenas condiciones ambientales, ayuda a prevenir la germinación. Luego, el control en post emergente, cuando las malezas aún son manejables, incrementa las chances de eliminar las especies problemáticas. La rotación y mezcla de principios activos, además de la utilización de tecnologías de aplicación precisas y eficientes, son fundamentales para evitar la resistencia.

En conclusión, el manejo efectivo de malezas en soja requiere una visión integradora que combine tecnología avanzada y prácticas culturales efectivas. La utilización inteligente de herramientas tecnológicas permite monitorear, detectar y responder rápidamente a las invasiones, mientras que las prácticas culturales fortalecen la salud del cultivo, reducen la presión de malezas y prolongan la vida útil de los herbicidas. Solo mediante esta combinación estratégica, los productores podrán mantener sus lotes libres de malezas resistentes, asegurando una producción sustentable y rentable a largo plazo.