Bioestimulación y Control Biológico: Aliados Naturales contra las Enfermedades

Frente al avance de enfermedades en cultivos como el trigo y la soja, muchos productores están incorporando herramientas complementarias a los fungicidas tradicionales. Los bioestimulantes y el control biológico son estrategias cada vez más valoradas dentro del manejo integrado de enfermedades. Además de ser amigables con el ambiente, mejoran la sanidad vegetal, potencian el sistema inmunológico de las plantas y reducen la necesidad de intervenciones químicas.

¿Qué son los bioestimulantes?

Los bioestimulantes son productos que promueven el desarrollo vegetal sin ser fertilizantes ni fitosanitarios. Actúan sobre los procesos fisiológicos de la planta, fortaleciendo su crecimiento y resistencia al estrés abiótico y biótico. Entre los más utilizados en trigo y soja se encuentran:

  • Extractos de algas marinas: ricos en citoquininas, auxinas y betainas.

  • Aminoácidos libres: mejoran la síntesis de proteínas y la recuperación post-estrés.

  • Ácidos húmicos y fúlvicos: estimulan el desarrollo radicular.

  • Quitosano: con efecto elicitor del sistema de defensa vegetal.

Beneficios de los bioestimulantes en sanidad

  • Incrementan la tolerancia a enfermedades.

  • Favorecen la recuperación tras ataques fúngicos.

  • Mejoran la absorción de nutrientes y la fotosíntesis.

  • Potencian la respuesta ante aplicaciones de fungicidas.

Su uso combinado con monitoreo sanitario y genética resistente permite retrasar el inicio de una epidemia o reducir su impacto.

¿Qué es el control biológico?

El control biológico consiste en utilizar organismos vivos o compuestos derivados para suprimir poblaciones de patógenos. Entre los principales biocontroladores usados en agricultura extensiva se encuentran:

  • Trichoderma spp.: hongos que colonizan raíces y desplazan patógenos del suelo como Fusarium o Rhizoctonia.

  • Bacillus subtilis y Bacillus amyloliquefaciens: bacterias que producen metabolitos antifúngicos y activan mecanismos de defensa en la planta.

  • Pseudomonas fluorescens: eficaz contra enfermedades foliares.

Modo de acción

Los microorganismos benéficos actúan por competencia por espacio y nutrientes, por antagonismo directo (liberación de antibióticos naturales) y por inducción de resistencia sistémica. Algunos productos también contienen esporas o extractos que actúan como vacunas vegetales.

¿Cuándo aplicar estas herramientas?

En semillas

Aplicar inoculantes biológicos junto con curasemillas es una estrategia frecuente. Trichoderma y Bacillus pueden colonizar la rizosfera desde el arranque, protegiendo a la plántula desde sus primeras etapas.

En estadios vegetativos tempranos

Las aplicaciones foliares de bioestimulantes y biológicos suelen ser más efectivas en V3-V4 en soja y macollaje en trigo. En esas etapas, las plantas aún tienen alta capacidad de respuesta fisiológica.

En combinación con fungicidas

Muchos biocontroladores son compatibles con fungicidas químicos. La sinergia entre ambos puede lograr un mejor control, mayor persistencia de efecto y menor presión de selección de resistencia.

Casos prácticos

Un productor de trigo en el sur de Córdoba logró reducir un 30% las aplicaciones químicas al incorporar Trichoderma harzianum en el tratamiento de semillas, acompañado por bioestimulantes a base de algas. Observó una menor incidencia de mancha amarilla y una mejora en el vigor inicial del cultivo.

En soja, un grupo CREA de Entre Ríos reportó mejoras en el llenado de granos y menor presencia de EFC tras aplicar una combinación de Bacillus subtilis + aminoácidos durante R1.

Consideraciones importantes

  • No todos los productos disponibles tienen la misma calidad o concentración.

  • Se debe verificar la compatibilidad con otros insumos.

  • La eficacia está muy influenciada por el momento de aplicación.

  • Los resultados son acumulativos y dependen de una estrategia de largo plazo.

Conclusión

El uso de bioestimulantes y agentes de control biológico representa una nueva frontera en la sanidad vegetal. Si bien no reemplazan a los fungicidas, su integración dentro de un esquema de manejo sanitario inteligente permite potenciar la respuesta natural de los cultivos y reducir el impacto de las enfermedades. Apostar por estas tecnologías es apostar por una agricultura más sustentable, resiliente y competitiva.